Mis actividades se mueven por épocas, que las suelen marcar las estaciones, pero este año el invierno no se me antoja tanto de nieve (con la consiguiente recriminación por parte de algun@s) y voy alargando la época de deportiva (como bien se puede comprobar). Y es que este año me ha enganchado más que nunca la roca y en esta época me sigue apeteciendo darle a la deportiva, ya sea por el tiempo, las horas de luz y porque me apetece probar un montón de vías. Así que me dejo llevar por mis sensaciones y sigo deportiva!
Estas son fechas de compaginar familia, ocio y trabajo, así que aprovechando unos días de visita a la familia y que hace un tiempo perfecto (frío pero sol) hago un par de cortas escapadas. Una el viernes, al Vellón, pequeña escuela cerca de Madrid, de vías cortas y explosivas.
Hacemos sólo unas pocas vías, pues no nos motivan mucho. Son muy cortas y de pasos muy bestias, que no dejan hueco a buscar el movimiento. Nos vamos un poco desencantados.
El domingo, y antes de volver a casa, hacemos una visita a la Pedriza. Como no tenemos mucho tiempo nos acercamos al Cancho de los Brezos.
Me acojono ante las vías ¡la adherencia me puede! pero al final me decido y me sorprendo a mí misma.
Paso miedo en las primeras, pero luego me voy relajando y como veo que me quedo voy cogiendo confianza. Pruebo vías que no pensaba y aunque no las encadeno todas...¡casiiii! Me caigo al final, pero es como en cámara lenta...
Al final me voy supercontenta, me han encantado todas y he disfrutado con la adherencia!!! Qué fino, que confianza en los pies. Muñecas y yemas doloridas, pero bonitos pasos y buenas sensaciones.